Las esmeraldas, más que simples piedras preciosas, han sido protagonistas de leyendas, mitos y simbolismos que reflejan la profunda conexión entre el hombre y la naturaleza. Desde la época precolombina, las esmeraldas han sido símbolo de poder y riqueza. Las élites indígenas las utilizaban en ornamentos y ofrendas ceremoniales, asociándolas con la divinidad y la naturaleza.
Las culturas precolombinas también creían que las esmeraldas poseían propiedades curativas y poderes mágicos. Se asociaban con la sabiduría, el conocimiento y la capacidad de ver el futuro. Los Muzos, un pueblo indígena colombiano, creían que las esmeraldas eran las lágrimas de una mujer llamada Fura por la pérdida de su amado Tena. Según cuenta la leyenda, hace miles de años, el dios Are creó a Fura y a Tena para que poblaran la tierra, siendo fieles el uno al otro a cambio de la eterna juventud y felicidad. Al faltar Fura a su promesa, Tena decidió quitarse la vida, Fura lloró
incesantemente. Al ver el llanto y el dolor de Fura, Ares se compadeció de ambos y los convirtió en dos peñas, a la base de las cuales las lágrimas de Fura se convirtieron en esmeraldas. Hoy, Fura y Tena, son los nombres de dos cerros de forma extraña y de imponente belleza, llamados Fura Tena por los habitantes de la región, A 30 kilómetros al norte de las minas de esmeraldas de Muzo.
En las montañas de Cundinamarca, floreció la cultura Muisca, reconocida por su orfebrería con esmeraldas. Estas piedras preciosas eran talladas y engastadas en oro para crear exquisitas piezas que adornaban a sus élites y eran ofrendadas en sus rituales sagrados. La Laguna de Guatavita, escenario de la famosa leyenda del (Cacique Dorado), es un testimonio del profundo significado que las esmeraldas tenían para los Muisca. Se cuenta que el cacique Muisca, en un ritual sagrado, se sumergió en la laguna cubierto de oro y polvo de esmeraldas, como ofrenda a los dioses.
La búsqueda incansable de la legendaria ciudad de El Dorado, supuestamente adornada con incontables esmeraldas, impulsó la exploración y conquista del territorio colombiano. Esta fascinante leyenda alimentó la codicia de los conquistadores españoles y consolidó la fama de las esmeraldas colombianas en todo el mundo.
Las esmeraldas, más que piedras preciosas, son ventanas a un pasado fascinante. En ellas se reflejan las creencias, tradiciones y el ingenio de las culturas precolombinas que las veneraron, dejando un legado cultural que sigue cautivando al mundo en la actualidad.